Va la tarde dejando dejos dorados de melancolía, el prado ocre de otoño se ha vestido, la calle de grises adoquines suspiran halos de frío, casi ni se nota un malvón florecido que pide a gritos no ser olvidado, por los trinos de los pájaros que en primavera ha tenido. Quebrada sobre el campanario de San Gabriel se asoma pálida luna de atardecer, mientras una bandada de gorriones callejeros buscan refugio nocturno en los árboles desnudos que perdieron el pudor por regalarle al viento sus hojas.
Se camina apurado para llegar al hogar y encontrar en la mesa la taza caliente y el ... Que tal como estás...
Tras la ventana que da al parque los ojos miran el infinito que de a una estrella el cielo se va poblando.
En la cocina hay aprontes y aromas caseros de una cena que pronto vendrá, luego a buscar el lecho tibio con almohadas de plumas y oníricos sueños entre sábanas se compartirán.