La secreta belleza del vino
recorre mi boca,
provocando torrentes
de sangre morada.
Va endulzando mis venas
como un río de besos,
húmedos y maduros
de oscuro tiempo...
La madera que lo acunó
en su vientre,
suavizo su aspereza
en fresca caricia.
¡Alzo la copa!
que la luz atraviese
el crepúsculo líquido
y quieto...
Bebo...
Y se va transformando
en sombras,
el alma encerrada
de la tierra.
Grita muy dentro mío
recorriendo mi garganta,
el sabor agridulce
como mujer desnuda.
Abierta en la más íntima
escala de placer,
calmando la sed
que abraza mi ser.